sábado, 20 de diciembre de 2008

por dios por dios por dios por dios.


¿cuánto tiempo más tiene que pasar?

martes, 2 de diciembre de 2008

caminar

caminaba despacio aunque miraba la hora y sabía que mejor era apurar el paso. disfrutaba caminar, disfrutaba la ciudad y esas calles que parecían tan conocidas, aunque apenas si había andado por ahí lo suficiente para saber que cuatro para allá estaba córdoba, y que callao corría mano para allá. caminaba y miraba las baldosas, ya no las contaba pero iba pisándolas, casi puntillosamente caminaba sobre la línea imaginaria que dibujaba de a ratos para sentirse parte de algo anterior; se hacía creer que caminaba sobre la línea, y no que dibujaba la línea por donde iba caminando.
a veces levantaba la cabeza y miraba. lo hacía cada vez más seguido, sobre todo cuando se aburrió de la línea y se dejó atraer por el encanto-de-buenos-aires. la gente, los kioscos, los autos, los semáforos, los papeles, la gente que reparte papeles, los ejecutivos, las veredas, los cordones, los bocinazos, los encuentros, los cigarrillos, los cafés. entonces lo vió. el mismo lugar, la misma mesa. dejó de contar sus pasos, dejó de mirar alternativamente los coches para cruzar, la gente para no llevársela por delante, su bolso para no perderlo. dejó de caminar. se dió cuenta de lo cerca que estaba geográficamente (a cuadras del departamento), temporalmente (-casi-exactamente catorce días y una hora), y en distancia real, de persona a persona: contacto directo. una llamada, otro café, volver a verse.
el tiempo que se mantuvo de pie en la esquina de callao y corrientes fue suficiente para permitir que su impulso sucumba inocuo ante el inquebrantable sentido de lo-que-se-debe-y-no-hacer. el deber, el sentido común, la moral. eso que nos permite vivir y a la vez nos lo impide. porque ella siguió caminando, llegó al 236, tocó timbre, entró, y callao y corrientes, el cafe, el encuentro..todo eso se perdió (otra vez) en algo de lo que seguramente se olvidará una vez cruce la puerta y vuelva a dibujar líneas en el piso. otro momento no vivido. hacer olvidable lo inolvidable.
y a la noche, volviendo, todo se hizo mas claro. desde el deber-de-no-llamar, las distancias (geográficas y temporales) se agrandan mientras que lo no-vivido se va perdiendo, y de a poco ella tambien se olvida y se va en un 60 cualquiera.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

los premios

si la distancia que hace de una cosa lo que es se mide por nuestra seguridad de estar sabiendo la cosa tal cual es, de poco valdría seguir esta escritura, afanarse alegremente por urdir su fábrica. mucho menos cabría confiar en explicarse las razones de la convocatoria, suficientemente concretada en cartas con membrete oficial y firma rubricada. el desarrollo en el tiempo (inevitable punto de vista, aberrante causación) sólo se concibe por obra de un empobrecedor encasillamiento eleático en antes, ahora y después, a veces encubierto de duración gálica o de influencia extratemporal de vaga justificación hipnótica. el mero ahora de lo que está pasando (la policía ha bajado las metálicas) refleja y triza el tiempo en incontables facetas; de algunas de ellas se podrá quizá remontar al rayo hialino, volver atrás, y así en la vida de paula lavalle estará de nuevo un jardín de acasusso, o gabriel medrano entornará la puerta de vidrios de colores de su infancia en lomas de zamora.

(julio cortázar)